1. Revisa el estado de la batería

El frío afecta especialmente a las baterías, que pierden capacidad y pueden dar síntomas de debilidad justo cuando más las necesitas. Si notas un arranque más perezoso de lo habitual, es buena idea comprobar su estado de carga o incluso apoyarte en un mantenedor durante las noches más frías. Mantenerla en buen estado evitará sorpresas antes de salir.

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2. Comprueba neumáticos y presiones

Con bajas temperaturas, la presión tiende a descender y el neumático tarda algo más en alcanzar la temperatura óptima. Es buen momento para revisar profundidad, desgaste irregular y ajustar las presiones adecuadamente. Un neumático bien mantenido ofrece más tranquilidad cuando el asfalto está frío o mojado.

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3. Revisión de frenos y suspensiones

El frío y la humedad pueden afectar a las pastillas, discos y retenes. Un vistazo general ayuda a detectar desgaste, suciedad acumulada o comportamientos extraños en la maneta. También conviene revisar la suspensión, ya que el aceite interno se vuelve algo más denso en invierno y cualquier falta de mantenimiento se nota más.

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4. Mantén la cadena en perfectas condiciones

Con el agua, la humedad y la sal en carretera, la cadena puede sufrir más de lo habitual. Limpiarla y engrasarla con cierta frecuencia evita ruidos indeseados, tirones y desgaste prematuro. Es un gesto sencillo que se agradece mucho cuando las condiciones no acompañan.

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5. Revisa niveles y estado de los fluidos

Aceite, refrigerante y líquido de frenos son los grandes olvidados hasta que empiezan los problemas. En invierno conviene asegurarse de que los niveles son correctos y que no hay filtraciones. Además, tras arrancar la moto, dejar que los fluidos cojan algo de temperatura durante unos instantes ayuda a que todo funcione más suave desde el principio.

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6. Cuida la limpieza y protege las superficies

El invierno trae humedad constante, lluvias y, en muchas zonas, sal en las carreteras. Una limpieza regular (aunque sea rápida) y el uso de productos protectores en zonas críticas ayudan a evitar la corrosión y mantener la moto en buen estado. No hace falta hacerlo a fondo cada día, basta con quitar suciedad y dejar las superficies protegidas.

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7. Iluminación y visibilidad: un chequeo necesario

Los días cortos y las mañanas nubladas ponen a prueba toda la iluminación. Revisar que faros, intermitentes y luz trasera funcionan bien es especialmente importante en esta época. Una buena visibilidad, por simple que parezca, marca la diferencia. Tanto para ver como para ser visto, y más aún en invierno.

Con estos cuidados básicos, la moto afronta el invierno sin sorpresas y tú solo tienes que preocuparte de disfrutarla cada día. Un poco de atención extra en estos meses hace que todo funcione mejor cuando el frío aprieta, porque el invierno no tiene por qué frenar tus ganas de rodar

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