Siempre nos gusta preguntar de inicio sobre la pasión por las motos. ¿Cómo llegó en tu caso?

Lo mío con las motos fue amor a primera vista. Mi primera moto fue un Vespino de hace ahora más de 50 años que era de mi tío Juan Manuel. Era más un “hierro” que una moto, aunque para mí era un avión.

Me saqué el carnet a la primera cuando aún te sacabas todas las cilindradas con un solo examen. Era el último año que se hacía así, y desde entonces va por tramos. Momento histórico y amor para siempre por las motos. Desde entonces, me enganché para toda la vida.

¿Llegaron antes a tu vida las motos o el mundo artístico?

Las motos. El Vespino me hizo adicto.  El teatro y la interpretación llegaron después, pero la moto ya estaba ahí, rugiendo. Aunque te diré una cosa: ambas pasiones tienen algo en común… ¡te subes, te agarras fuerte y no sabes cómo va a acabar el viaje!

En La que se avecina se te ha visto con varias motos: “¡Ay mi moto!”. ¿Cuál es tu estilo favorito? Trail, naked, retro, custom…

“¡Yo quiero una moto!” Se ha convertido casi en un himno. Me encantan las trail porque son polivalentes; puedes irte por carretera, meterte por caminos de cabras o llevarte un bocata a lo alto de una montaña. Pero las retro siempre me han encantado, veneno Vespinero se llama.

¿Eres más de moverte con la moto para desplazarte (ir al trabajo, por ejemplo) o por disfrute cuando tienes un hueco libre?

Un poco de las dos. Para ir al trabajo, la moto es privilegio: olvídate de atascos, aparcamientos imposibles… Pero donde realmente disfruto es en una buena ruta de fin de semana, con carretera abierta y esa paradita para unas tapas en algún bar con tradición.

Como actor, y dada tu relevancia mediática, ¿en algún momento te han impedido por contrato usar la moto? Como a los futbolistas para evitar graves lesiones y causar baja.

Pues sí, alguna vez me lo han sugerido. Pero, ¿cómo le dices a un motero que no puede montar? ¡Es como decirle a un perro que no ladre! Eso sí, siempre con cabeza: casco, guantes, chaqueta… y sin hacer el cabra, que para eso ya están las cabras.

Tu última adquisición es nada más y nada menos que la BMW R 1300 GS. Una auténtica trotamundos que te va como anillo al dedo.

¡Menuda máquina, que envidia doy! Es como llevar un sofá de cuero con ruedas… pero que corre como un misil. Es una bestia, pero también es cómoda, estable y, sobre todo, fiable. Ideal para viajes largos y para disfrutar cada kilómetro.

El catálogo de BMW Motorrad es bastante extenso, con mucha variedad. ¿Por qué escogiste la maxi-trail? ¿Qué es lo que más te gusta de ella?

La R 1300 GS es versátil, robusta y tiene un equilibrio brutal entre potencia y control. Además, tiene ese punto ‘explorador’ que me encanta. Puedes ir desde una autopista alemana hasta un camino perdido en Valdevanga (Albacete) sin que se inmute.

¿Viste toda la gama antes? Además de esa, ¿qué otra moto de BMW te llamó la atención?

¡Claro que lo vi! La BMW R nineT Scrambler me guiñó un ojo más de una vez. Tiene un rollo retro muy guapo, con ese toque rebelde. Pero al final, la R 1300 GS me conquistó. Es como si me estuviera llamando por mi nombre.

Una moto para largos viajes… ¿Algún proyecto televisivo con la moto de cara al futuro?

Pues mira sí, hay una cosita circulando que no puedo contar aún para no cagarla donde yo y la BMW hacemos equipo.

Aunque tu personaje más reconocido sea irresponsable, lo cierto es que en la vida real para la moto siempre hay que tener cabeza, y más con una bestia como esa.

¡Por supuesto! Sin bromas. La moto es para disfrutar, pero siempre con respeto y cabeza. Casco siempre, guantes, chaqueta con protecciones… ¡y nada de fliparse que quieres seguir saliendo!

¡Y nada más! Bueno sí, que los moteros sois una especie extraordinaria y siempre lo seréis. ¡Nos vemos en la carretera! ¡Gaaaaaas!

Otras noticias de la Newsletter

spinner