UNA R 90 DE ESTILO CAFÉ RACER

A simple vista, resulta evidente todo el cariño que ha puesto en su moto. Por ejemplo, si nos fijamos en la pintura, el verde pastel recuerda al tono de la clásica bicicleta de competición Celeste de Bianchi y el blanco crema le aporta un toque de elegancia. La marca embellecedora de color marrón es obra de Perry Cowles, un exrotulista que en la actualidad dirige su propia tienda y que se ha convertido en toda una institución en el mundo de los aerógrafos con Perry's Rod and Custom. Y, casualmente, también está situado en Alaska.

La atención por los detalles y la calidad también se pueden observar en la bolsa de herramientas de cuero, la cual se integra con precisión en el bastidor y, de este modo, combina a la perfección con el material y el diseño del asiento. Una auténtica pasión que no tiene fin, puesto que, desde que se sacaron estas fotos, ya se han vuelto a rediseñar una y otra vez los numerosos detalles del vehículo. Incluso aunque todo ya tuviera un aspecto perfecto. Ahora, el asiento e incluso el retrovisor combinan mejor con los puños de cuero del manillar gracias a unos pequeños cambios en los materiales utilizados. Y también se ha sustituido el carburador estándar Bing 32 por un modelo Dell'Orto 38. ¿Pero a qué se debe tanto entusiasmo?

En su día a día fuera del taller, Erik dirige su propia agencia de seguros y productos financieros. Sin embargo, su pasión por la personalización comenzó con un patín cuando todavía iba al colegio. ¿Y ahora una café racer?

«Al fin y al cabo, el panorama está repleto de vehículos oscuros y rebeldes. Y yo quería el aspecto puro y refinado del antiguo estilo café racer. Soy demasiado joven para tener un carenado y demasiado mayor para una moto deportiva. Solía ser un piloto y un ciclista muy entusiasta, y eso se nota ahora en la modificación. Por ejemplo, en el cuadro de instrumentos prominente y minimalista».

Su pasión parece no tener fin. ¿De dónde saca Erik tiempo para todo esto, si también tiene que ejercer como padre y marido? Muy sencillo: no perdiendo el tiempo en el sofá delante de la televisión. Y siempre quedan algunas horas sueltas en las que los niños están acostados o durante los fines de semana. Al fin y al cabo, Erik también construye estos vehículos para que sus hijos los puedan conducir dentro de unos años. Ni se le pasa por la cabeza la idea de venderlos. Sobre todo cuando les deja a los niños que lo ayuden en el taller y ve lo bien que se lo pasa su hijo menor. Pero, ¿de verdad lo ayudan? Al menos todos se lo pasan bien juntos. Y con esto no se hace daño a ningún proyecto.

Erik también consigue impartir con destreza algunas lecciones a sus hijos en el taller: responsabilidad, seguridad, creatividad, satisfacción, dedicación y pasión. Y esto les servirá de ayuda más adelante en su día a día. Si deseas descubrir más información sobre Erik y sus amigos en el norte más lejano, echa un vistazo a su página de Facebook.

1. Construye la moto dos veces, la primera antes de pintarla. Cometí el error de construirla de una sola vez y tuve que volver a hacerlo después para cumplir con mis propias expectativas.

2. Tómate el tiempo necesario. Antes de empezar, desarrolla un concepto lo más preciso posible. Las decisiones dudosas suelen provocar montajes erróneos.

3. No escuches las opiniones de los demás. Haz solamente lo que tú consideres que está bien. Al fin y al cabo, serás tú el que conduzcas y quieras a tu moto.

4. Cuando te entre el gusanillo o te rujan las tripas, ten a mano los elementos básicos para montar la moto: café, cerveza y pizza.

5. Nunca sacrifiques a tus hijos o a tu matrimonio por una moto. La moto no te va a cuidar cuando seas mayor.