La K 100 de Micha Kraftherz
Michaela Sonderegger compró su primera moto a los 16 años con el dinero que ganó en un trabajo veraniego en su Austria natal. Tras unas cuantas motos y con muchos kilómetros de conducción a sus espaldas, nos reunimos con esta economista a lomos de la K 100 que ella misma ha personalizado para hablar sobre su pasión por las motos.
Fabricada a mano
La compensación por la lista de tareas pendientes
La compensación por la lista de tareas pendientes
Micha vive en la región austríaca de Vorarlberg, pero recorre cientos de kilómetros al día para llegar a su trabajo en un grupo de clínicas de rehabilitación en la vecina Suiza. Como responsable de comunicación y marketing, su trabajo es muy exigente e implica una gran cantidad de ajetreo, pero también resulta divertido. «Solo trabajo cuatro días a la semana, pero todos están repletos de reuniones y listas de tareas pendientes. Por eso, para mí el motociclismo es la mejor distracción posible».
Un sonido característico
Un sonido característico
Micha no está segura de en qué momento comenzó su pasión por las motos. «Pero sí recuerdo que cuando era pequeña me emocionaba mucho cada vez que escuchaba el bramido de las motos al pasar. Me encantaba ese sonido», nos explica. En aquella época, nadie de su familia ni de su vecindario tenía relación alguna con el mundo de las motos, pero eso no fue impedimento para que la pequeña Micha comenzase a ahorrar para comprarse un ciclomotor en cuanto empezó a ganar su propio dinero.
Sedienta de aventuras
Michaela Sonderegger
Horas extra en el taller
Horas extra en el taller
Dos años después, entregó su Supermoto como pago parcial de una K 100. Se asoció con el taller Fahr.Werk de Feldkirch para personalizar la moto que acababa de comprar en Burgenland, un modelo al que se suele apodar «la moto más fea del mundo» o el «ladrillo volador». Aunque la moto resultaba una opción poco común para realizar una transformación, se decantó por un motor de cuatro cilindros en línea, ya que, en su opinión, la K 100 estándar no es lo suficientemente sexi. Y es que a Michaela la motivan los retos.
A menudo, echaba una mano a los mecánicos en el taller; desatornilló todas las piezas de plástico y las que no eran necesarias; realizó una limpieza por chorro de arena en las piezas para acondicionarlas y aplicarles pintura en polvo; investigó cuáles eran los mejores faros delanteros, indicadores y accesorios necesarios; y localizó a un tapicero en Italia al que describió sus ideas para el asiento. Realizó un boceto de su nueva moto en papel, optó por utilizar un contraste de colores entre el depósito y el asiento y cambió el logo de BMW por su logo personal Kraftherz (el nombre de su blog sobre la cultura de la personalización de motos) pintado a mano. El resultado es una moto personalizada muy divertida que no deja de funcionar cuando llueve.
Hasta Biarritz con la K 100.
Hasta Biarritz con la K 100.
Micha puso a prueba su K por primera vez en 2015, año en el que condujo hasta el festival Wheels and Waves de Biarritz a diferencia de muchos otros festivaleros «que acuden a una reunión de moteros en coche o incluso en avión», se lamenta. Además de la K 100, en estos momentos también posee una Honda CB 750 destartalada y una Harley Davidson Shovelhead, su moto preferida para relajarse por las tardes conduciendo por carreteras rurales. «El zumbido crudo y el funcionamiento mecánico del motor de la Harley son sencillamente increíbles», explica, y reconoce que todavía tiene que optimizar su Shovel para realizar viajes más largos.
La siguiente tarea de la lista
La siguiente tarea de la lista
Lo que está claro es que Michaela Sonderegger ha encontrado su propia receta para disfrutar de un equilibrio sano entre trabajo y vida personal. Al terminar nuestra conversación, nos adelanta que el próximo proyecto en el que se embarcará será su Honda CB 750.