Al final de la carretera.
La carretera se detiene en el Tapón del Darién. Para continuar con su viaje de Alaska a Argentina, Dylan Wickrama construye una balsa impulsada por su BMW R 1150 GS y comienza su aventura en el Pacífico. La historia del esrilanqués fascina a muchas personas. Ahora se va a producir un documental gracias al crowdfunding.
A veces en la vida ocurren historias que son más increíbles de lo que ningún cineasta de Hollywood pudiera imaginar, y una de ellas es la de Dylan Wickrama. Trata de un chico que a menudo miraba al mar desde su Sri Lanka natal y ansiaba saber qué había más allá del horizonte. Debido a que Dylan había crecido en un entorno muy humilde, no parecía probable que algún día lo averiguara. Su padre fue asesinado por un ladrón cuando Dylan no tenía ni seis años. Tuvo que crecer y asumir responsabilidades demasiado pronto. Unos años más tarde, se le ofreció la oportunidad de descubrir el mundo que hasta el momento solo conocía por los periódicos que circulaban por el pueblo. Montado en su BMW R1150 GS, «Bruce», Dylan recorrió más de 210.000 km en cuatro continentes durante un periodo de tres años. Pero la verdadera aventura comienza en el Tapón del Darién, entre Panamá y Colombia.
La historia de Dylan en la gran pantalla.
Todo empieza en el Tapón del Darién.
Dylan Wickrama está en la carretera Panamericana, la principal arteria de transporte de América, que se extiende por todo el continente desde Alaska hasta Tierra del Fuego. Entre Panamá y Colombia hay una región famosa conocida como «el Tapón del Darién». Cualquiera que lo cruce debe enfrentarse a una densa selva tropical y ciénagas pantanosas. Hay peligros acechando detrás de cada arbusto. No solo animales salvajes, sino también guerrilleros, rebeldes y narcotraficantes, puesto que el Tapón del Darién es un punto muy conocido de tráfico de droga.
No es el lugar ideal para un motorista que viaja en solitario. Dylan ha llegado a un punto muerto y está atrapado. Durante su estancia involuntaria, se hace amigo de varias personas y encuentra apoyo para su idea: un «crucero» de 700 kilómetros por el peligroso océano Pacífico. Sin embargo, no es navegando como Dylan concibe el mundo, principalmente porque el esrilanqués no tiene experiencia en navegación de ningún tipo.
700 kilómetros cruzando mares revueltos
Dylan Wickrama